Título: Asesino
implacable
Autor: Ted Lewis (1940-1982)
Título original: Jack’s return home (1970) \ Nº 1 en la serie “Jack Carter”
Traducción: Matilde Horne
Cubierta: Oscar Díaz
Editor: Grupo Editor de Buenos Aires (Buenos
Aires)
Edición: 1ª ed.
Fecha de edición: 1974-07
Extensión: 160 p.; 11x19,5 cm.
Serie: Colección Laberinto #1
Estructura: 4 partes (“días”)
Información sobre impresión:
Primera edición: 5.000 ejemplares. Se
terminó de imprimir en el mes de julio de 1974 en los talleres de “Gráfica
Devoto”, Nogoyá 4825, Buenos Aires, República Argentina.
Información de contracubierta:
Jack Carter, es el brazo ejecutor y
hombre de confianza de un grupo de gangsters de Londres. Vuelve a su casa sita
en una pequeña ciudad del Norte de Inglaterra. Va a un funeral. Es el de su
hermano, que era la antinomia de su personalidad. Honesto, sobrio, casi
puritano ¿cómo pudo ser entonces que muriera en un accidente automovilístico,
hediendo a whisky? Jack inquiere, duda y cual Némesis, encuentra la respuesta a
sus dudas.
Ésta novela sirvió para el argumento
de la película JACK ASESINO IMPLACABLE, protagonizada por Michael Caine, Geraldine
Moffat, Britt Ekland y John Osborne.
ADAPTACIONES AL
CINE:
En
1971, Mike Hodges dirigió Get Carter, todo un clásico en el
neonoir británico. Fue protagonizada por Michael Caine (Jack Carter), Ian Hendry (Eric Paice), Britt Ekland (Anna), John
Osborne (Cyril Kinnear), Geraldine Moffat (Glenda) y Petra Markham (Doreen
Carter). En España se conoció como Asesino implacable, mientras que en México
se agregó el apellido del personaje principal.
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Se realizaron
dos versiones más: Hit Man, en
1972, con Bernie Casey, y Get Carter, en 2000,
con Sylvester Stallone.
MI COMENTARIO:
La lluvia llovía...
Así
empieza este clásico del neonoir británico. Originalmente publicado en 1970, Jack's Return Home tuvo una pronta y
exitosa adaptación cinematográfica. Ted Lewis escribiría dos secuelas, Jack Carter’s Law (1974) y Jack Carter and the Mafia Pigeon (1977),
que no fueron traducidas al español.
La
historia transcurre durante cuatro días, de jueves a domingo. Jack Carter
vuelve a la ciudad de su infancia, para asistir al entierro de su hermano
Frank. Distintos en el carácter, con el correr de las páginas queda claro que
ambos estaban distanciados hace tiempo, sobre todo desde que Jack ingresó a la
mafia londinense para encargarse de los trabajos sucios. En su fuero íntimo,
éste cree que la muerte no fue accidental, como oficialmente se señala.
Comienza una investigación que, en cierta forma, es también un viaje interior,
donde repasa su pasado, sus pérdidas y su propia constitución criminal. Al
mismo tiempo, lleva la carga de una mujer, su amante Audrey, esposa de Gerald,
su jefe en el hampa; Jack espera huir con ella a Sudáfrica, para empezar una
nueva vida, pero antes debe saber la verdad sobre la sospechosa muerte de su
hermano.
El
viernes, Jack se encuentra con Doreen, hija de Frank... o mejor dicho,
“supuesta” hija; Jack cree que él puede ser el verdadero padre de la
adolescente, pues estuvo relacionado sexualmente con su madre, Muriel. Representaba más de quince años. Si no
hubiera sido quien era, yo mismo hubiera podido desearla. Se veía que sabía
muchas cosas. Lo decían sus ojos. Alrededor de esta muchacha girará el
misterio de la novela, pero recién cerca del final Jack se dará cuenta de ello.
Carter
tiene a su criminalidad como un mirador privilegiado para desnudar el estado de
las cosas:
Miré a mi alrededor y vi a las esposas
de la nueva Clase Media. Ninguna vestida con elegancia. Ninguna que no diera la
sensación de estar enferma de celos o de envidia. De jóvenes, no habían poseído
nada; la suerte había llegado junto con la guerra, y el cambio las había tomado
tan de sorpresa que no podían dejar de ambicionar cada vez más, siempre
insatisfechas. Era esa clase de gente la que me convencía de que yo tenía
razón.
Lewis
disecciona un mundo de hombres, machistas y engreídos, y lo hace con el
realismo de quien conoce del tema. Me pareció que el tratamiento que le da a
las mujeres es distinto: más artificioso y menos cercano; parecería una falta de tacto
narrativa, pero cuando la novela termina y uno puede ver el camino sin salida
en que viven estos varones obsesivos e implacables, resulta una distinción casi
salvadora. La promiscuidad alcohólica de Muriel, la fidelidad trágica de
Audrey, la resistencia de Doreen, la ambigüedad de Margaret, el vértigo de
Glenda... Las mujeres no dejan de ser las sacerdotisas del Destino en un mundo
industrial de ladrillos, asfalto y niebla. Siguiendo la tendencia de la
literatura de intriga de esos años, aparece la pornografía como negocio de
explotadores y perdición de inocentes, pero también como destino casi
insalvable de la liberación sexual; su papel es tan ambiguo como el desenlace
del libro, con una venganza ejecutada, una Audrey torturada por su marido y un
Jack atrapado, consciente de todo pero incapaz de solucionar nada. La lluvia,
en los corazones, continuará por siempre.
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